Ahora mismo estoy en mi pueblo, sin conexión a Internet. Por tanto, deducís que esto es... ¡una entrada programada!
No sé por qué he hecho eso, pero bueno...
El caso es que hoy os traigo un microrrelato (unas 200 palabras) que he hecho para un sorteo. Y aprovecho y lo subo al blog ;)
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Me despierto en mitad de la noche. He oído algo. Presiono el
interruptor, pero la luz no se enciende. Salgo al pasillo, pero aquí tampoco
funcionan.
Bajo las escaleras, en busca del causante del ruido. Se
vuelve a oír. Muy cerca. Avanzo hasta el salón y… ¿¡Qué es eso!? Algo que
podría asemejarse a mi hermana avanza hacia mí. Anda despacio, pero no puedo
huir de puro terror. Su pelo, alborotado, no alcanza a esconder los moratones ni
el trozo de piel que ya no está en su mejilla.
Consigo salir de mi parálisis y retrocedo, alarmado. Debería
avisar a mi madre. Y a mi hermano. Quizás
ya sea demasiado tarde. Subo estrepitosamente las escaleras y me asomo al
cuarto contiguo al mío. No hay nadie.
Entonces, una mano en carne viva se posa sobre mi hombro. Grito
y doy un salto hacia adelante, pero lo único que consigo es tropezar. Desde el
suelo, miro hacia arriba.
La luz se enciende y unas carcajadas resuenan por la casa.
-¡Buajajaja! ¡Tendrías que haberte visto! ¡El mejor
Halloween de mi vida!
Mis hermanos y mi madre están ahí, riendo mientras se
desmaquillan.
-Hijos de… -empiezo, pero me pongo a reír también.
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Jejeje, ¿a que no os lo esperabais? Me ha salido así. Me ha sorprendido gratamente descubrir que soy capaz de escribir algo medianamente decente y con sentido a pesar del calor y la modorra.
¡Hasta la próxima!
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